Mientras que a nivel global existe una gran oferta de gas LP con precios a la baja, en México mes con mes se incrementa el precio de este importante energético que utiliza más del 80% de la población. Tan sólo en lo que va del año su precio a subido 80 centavos por kilo.
Esta realidad contrasta con lo que sucede en países en donde existe la libre importación del gas LP. El caso más cercano es el de Guatemala, en donde en términos de pesos mexicanos se entrega al consumidor final hasta en 10.57 pesos por kilo frente a un precio de 11.92 pesos por kilo en la capital de la república. ¿Cómo justificar que en México, con todo y apoyos gubernamentales, el gas LP sea más caro que en Guatemala que no otorga subsidios a esta actividad?
La razón principal del mayor precio del gas LP en México es la intervención de Pemex, quien genera altos costos y una cadena de intermediación verdaderamente irracional. Al no existir la libre importación del gas LP, Pemex creó un galimatías para controlar el proceso con costos altísimos. La intermediación de Pemex comienza con la compra del producto en los mercados internacionales por parte de MGI (una subsidiaria de la paraestatal); esta empresa le entrega el gas LP a Pemex Gas y Petroquímica Básica (PGPB) que a su vez se lo vende al distribuidor quien por último lo entrega al consumidor final. En cambio, en los países con libre competencia, el gas LP lo compran directamente las empresas distribuidoras al mejor postor, el cual puede estar en Africa, Asia, América o cualquier otro lugar del mundo y lo venden directamente al consumidor final, con costos de distribución mínimos frente a lo que sucede en México.
Pero esa cadena interminable de intermediarios que produce Pemex no es lo peor del proceso, sino los gastos adicionales que genera la intervención gubernamental. En primer lugar, destaca el subsidio irracional que durante el 2011 ascendió a 37 mil millones de pesos. Ese dinero producto de los impuestos que pagamos los mexicanos serviría para crear obras necesarias para el desarrollo del país si se utilizara productivamente. Por ejemplo, si consideramos que cada pequeña escuela se puede construir con cinco millones de pesos en promedio, con el puro subsidio del gas LP del año pasado se habrían construido 7,400 escuelas por todo el país. Lo mismo podríamos decir de carreteras, presas o cualquier obra de infraestructura. Pero lo irracional de este subsidio es que, en lugar de expresarse en un precio más bajo del gas LP frente a un mercado libre como el guatemalteco, se traduce en un sobreprecio.
Bajo la intervención actual en el control del mercado del gas LP, Pemex tiene que pagar gastos irracionales que en el libre mercado correrían a cargo de cada empresa privada y no de los recursos del país. La propia estructura de Pemex es muy pesada y cuesta mucho dinero, ya que hay que considerar el pago de salarios, de un sindicato corrupto que le saca mucho dinero a la empresa, de gastos de luz, de agua, de millones de pesos en teléfonos con llamadas interminables de larga distancia, en internet, en automóviles de lujo para los funcionarios de la empresa, en viajes en avión en Primera o en Business Class y en comidas de lujo con sus respectivas bebidas en cualquier parte del mundo. Todo esto encarece el proceso.
Otro elemento irracional que tiene que ver con la Comisión Reguladora de Energía es que Pemex Gas y Petroquímica Básica debe de pagar el almacenamiento respectivo del gas LP cuando lo compra y lo transporta a México. Como la infraestructura de Pemex es muy limitada y no cuenta con los tanques de almacenamiento suficientes, resulta que paga almacenamiento a otras empresas, de acuerdo con tarifas fijadas por otro órgano de control burocrático, la famosa CRE.
Un gasto más que puede parecer sin importancia pero que implica millones y millones de dólares es la forma como compran los funcionarios de PMI el producto en el extranjero. Como no son sus recursos personales, al pagar uno o dos centavos de dólar más por kilo no les cuesta nada. Además, no compran de manera racional cuando el gas LP está barato, porque no tienen dónde almacenarlo y porque no tienen una previsión del mercado a largo plazo. En general, en primavera es más barato el gas que en invierno, pero como en primavera es más abundante y se mantiene el abasto adecuado en nuestro país, en PGPB no se preocupan. Pero cuando llega el invierno y escasea el gas LP en México es cuando les urge comprar y, por supuesto, se consigue el producto pero a un mayor precio, con millones de dólares de pérdida para México.
En cambio en un mercado libre, donde hay también libre importación, todos estos gastos los tienen que realizar las empresas privadas y, como en su caso, si es su dinero y no del gobierno, cuidan mucho los gastos que realizan en personal, en almacenamiento, en realizar la compra en el mejor momento y al mejor precio.
No cabe duda, ahora que el gobierno quiere realizar un profundo estudio sobre esta problemática y que en unos cuantos meses cambia la administración, no estaría por demás que estudien el caso guatemalteco, vean sus ventajas frente a un mercado cerrado y protegido, con subsidios irracionales y tomen el camino de la liberalización de las importaciones y de la competencia. Con este proceso nuestro país se ahorraría muchos recursos y los consumidores recibirían un energético a un menor precio.