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Corporativo

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Rogelio Varela-

“No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer”, Goethe

Luis Enrique Mercado

La pandemia se ha llevado una parte de nosotros, única e irrepetible, como Luis Enrique Mercado Sánchez.

Los que llevamos algunos años en el oficio periodístico sabemos que es muy difícil que el gremio reconozca algún logro.

Se trata de una actividad mezquina, por eso ganar la exclusiva, la noticia que cambie las rotativas, y con ello cimbre las conciencias.

Luis Enrique, como le decíamos al oriundo de Jerez, Zacatecas, representa un antes y un después en el periodismo de Economía y Finanzas.

Y es que, si bien  antes de su llegada a El Universal donde comenzó a trabajar en 1971 hubo otros pioneros del Periodismo Financiero como Fernando Mota y Antonio Isse Núñez, queda claro que los superó con mucho.

A partir del estudio Luis Enrique abrió brecha para el periodismo especializado.

Con su columna Desde el Piso de Remates entendió, como pocos, al mercado financiero, ciertamente lo llevaba en el apellido.

En la vieja Bolsa Mexicana de Valores ubicada en Uruguay 68, en el Centro Histórico de la CDMX, fue el primer periodista en entrar al salón de remates. Ahí conoció a Carlos Slim Helú, Roberto Hernández,  Alfredo Harp Helú, José Madariaga Lomelín y tantos otros jóvenes corredores que se convertirían en casa bolseros, banqueros y accionistas de las grandes empresas de México. Se gestaba la modernidad de nuestra economía.

El autor también de la columna Noticias Bursátiles incluso llegó a pronosticar el crack de 1987, que recordará sobrevino tras el destape de Carlos Salinas de Gortari.

Siempre inquieto cumplió el sueño de muchos, tener su propio medio. Se convirtió en hombre de empresa al adquirir la revista El Inversionista desde donde divulgó lo que hoy se define con desdén como neoliberalismo. 

Pero la aventura fue más lejos, y en 1988 comprometió su patrimonio y convenció a algunos empresarios de fundar El Economista, el periódico de hojas color peach que competiría con El Financiero que tuvo a otro gran emprendedor, a don Rogelio Cárdenas Sarmiento. Ambos fueron mis jefes.

Luis Enrique fijó su mirada en jóvenes de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García que tenían poca idea de economía y finanzas, y casi siempre de buen humor gustaba de caminar por la redacción que estaba a unos pasos de su oficina para darse tiempo de explicar conceptos como valor presente, costo de oportunidad,  inflación subyacente, y otros tecnicismos necesarios para lograr el rigor que exigen las noticias financieras. Siempre decía: “no le tengan miedo a los números”.

Fue director de ese rotativo por 20 años, y ahí se convenció de la necesidad de apoyar a sus reporteros con cursos dentro y fuera de México para formar periodistas, editores y columnistas especializados que hoy ocupan lugares destacados en prensa, radio y televisión. La lista es muy larga, y muchos recibieron su primera oportunidad de la mano de Luis Enrique a quien extrañaremos. Mis condolencias a su familia, en especial a su hermana Paty en estos momentos difíciles, y aunque las páginas de economía y finanzas siguen siendo lectura de unos cuantos, cada vez son más a partir de la semilla que sembró un gran periodista.