El dólar estadounidense inició la semana bajo considerable presión, golpeado por datos económicos que han aumentado la incertidumbre en torno a la fortaleza del consumo interno y, por ende, las perspectivas de política monetaria de la Reserva Federal.
Las cifras más recientes de ventas minoristas de febrero mostraron un débil crecimiento mensual del 0.2%, notablemente por debajo del incremento esperado del 0.6%. Más preocupante aún resultó la revisión a la baja de las cifras de enero, reflejando una caída más profunda del consumo estadounidense durante los primeros meses del año. De las trece categorías monitoreadas, siete registraron caídas destacadas, particularmente restaurantes y bares, estaciones de gasolina, ropa y vehículos y autopartes, sectores importantes que sugieren una moderación en la disposición del consumidor a realizar gastos discrecionales.
A pesar de un crecimiento anual del 3.1%, estos números han avivado preocupaciones sobre la resiliencia del consumidor estadounidense, un motor clave que sostiene gran parte de la actividad económica del país. Este escenario añade complejidad al entorno en el cual la Fed tomará su decisión sobre tasas esta semana. Los inversionistas anticipan con atención los comentarios del presidente Jerome Powell, cuyo tono podría definir la trayectoria del dólar y de los mercados financieros globales en el corto plazo. Un mensaje moderado podría impulsar activos de riesgo, presionando aún más a la baja al billete verde. Por el contrario, un tono más cauteloso podría otorgar soporte temporal al dólar, ofreciendo cierto alivio ante las recientes caídas.
La coyuntura actual presenta implicaciones particularmente sensibles para América Latina y, en especial, para México, cuya moneda muestra una reacción dual ante el panorama estadounidense. Si la Reserva Federal decide adoptar un enfoque más laxo, disminuyendo las expectativas de alzas futuras de tasas, el peso mexicano podría experimentar una apreciación, atrayendo mayor flujo de inversión hacia activos emergentes. Sin embargo, este efecto positivo podría verse rápidamente mitigado por las crecientes preocupaciones sobre una posible recesión en EE. UU., lo que limitaría la capacidad del peso para consolidar ganancias sostenidas.
La economía mexicana, altamente dependiente del mercado estadounidense, enfrenta una situación especialmente delicada, ya que cualquier deterioro adicional en los datos económicos norteamericanos podría generar repercusiones significativas. Este contexto exige una vigilancia estrecha por parte de inversionistas y autoridades económicas, conscientes de que la volatilidad del dólar y los mensajes de la Fed marcarán considerablemente el comportamiento de los mercados en las próximas jornadas.
En definitiva, el dólar estadounidense se encuentra en un momento crítico. La combinación de debilidad en ventas minoristas y dudas sobre la salud del consumo interno han puesto al mercado en alerta ante la próxima reunión de la Fed.”
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