En la actualidad, la existencia de una mayor diversidad de dispositivos para acceder a videojuegos representa un gran potencial para su adopción y desarrollo en el mercado mexicano. En 2015, los ingresos del mercado de videojuegos en México ascendieron a $19,167 millones de pesos, equivalente a un crecimiento anual de 6.9%. La mayor parte de este valor corresponde a la comercialización de desarrollos extranjeros, con una limitada contribución del segmento de oferta o desarrollo de contenidos a nivel nacional.
La industria de producción de videojuegos en México se encuentra actualmente en una fase de desarrollo, debido a la persistente falta de oportunidades para desarrollarse en este tipo de actividad bajo un esquema corporativo o empresarial. Lo anterior se ve reflejado en la distribución del tipo de empleo de los desarrolladores nacionales, puesto que existe una alta proporción de empleados dedicados a la creación de videojuegos bajo un esquema independiente, son pocos casos los que llegan a consolidar su creación en una empresa con generación de empleos e ingresos en el largo plazo.
De acuerdo con el estudio “Desarrolladores de Videojuegos” realizado por The Competitive Intelligence Unit (The CIU), 40% de los desarrolladores de videojuegos en México laboran de modo independiente (principalmente generando distintos tipos de aplicaciones gratuitas), mientras que únicamente 10% de los desarrolladores han consolidado su propio negocio. Esto demuestra que una gran proporción de esta mano de obra se encuentra deslindada de grandes corporativos.
La ventana oportunidad para los desarrolladores del país, radica en la posibilidad del desarrollo de juegos en plataformas móviles, en razón de sus bajos costos de producción. Precisamente, en el caso de nuestro país, 6 de cada 10 desarrolladores dedican su actividad al desarrollo en smartphones y 32% en tabletas, mientras que únicamente 26% se especializan en el desarrollo de juegos en consolas fijas, respondiendo a una demanda de 40.7 millones de mexicanos que utilizan sus smartphones como principal dispositivo de juego.
En promedio, un desarrollador en el país percibe alrededor de $12 mil pesos mensuales, que no corresponden a la inversión destinada a la formación y capacitación especializada para poder participar en esta actividad. Más allá de una baja productividad laboral, esta falta de incentivos da cabida a una escasez de mano de obra calificada para participar en el desarrollo de juegos digitales. En este sentido, cabe destacar que 45% de los desarrolladores cuentan con un trabajo adicional para solventar sus necesidades económicas, debido a que no cuentan con una remuneración suficiente en este mercado.
De hecho, la mayoría de los desarrolladores (55%) consideran que una de los principales obstáculos para comercializar sus creaciones en el mercado consiste en la falta de apoyo económico o logístico, al que le sigue la escasez de mano de obra especializada o capacitada (14%).
Ante esto, cabe destacar que la formación académica es un elemento básico para promover la competitividad y la productividad. Estos elementos son esenciales para integrarse adecuadamente a cualquier mercado, sobre todo a uno tan diverso, dinámico e intensivo en mano de obra especializada como el de videojuegos. Aproximadamente 4 de cada 10 estudiantes interesados en el área de desarrollo de videojuegos, estudian una carrera especializada particularmente en esta actividad, mientras que el resto estudian carreras afines, por ejemplo, animación y arte digital y sistemas computacionales.
Es momento de enfocarse en promover las oportunidades de desarrollo de producciones domésticas de juegos competitivas a nivel internacional, a partir de otorgar financiamiento y enfatizar la capacitación y formación especializada. Será tarea compartida de los actores de la industria y del gobierno aprovechar el incesante dinamismo y cambio tecnológico que se presenta al interior de esta industria, para así aumentar la participación del mercado de desarrollo de videojuegos dentro del aparato productivo nacional.