En su reunión de septiembre, el Banco de México optó por un incremento de 50pb a la tasa de política monetaria.
Dicha medida estuvo en línea con la expectativa del consenso y por debajo de nuestro estimado de un incremento de 75pb. Pensamos que esta decisión valida la percepción generalizada del mercado de cómo reaccionarían las autoridades ante los recientes episodios de volatilidad financiera, particularmente, con el desempeño negativo del peso mexicano.
Observamos ligeras modificaciones en la estructura del comunicado. En relación con la evaluación de los mercados financieros internacionales, se enfatizó en mayor medida el desempeño de las principales variables financieras de México. En concreto, que “la moneda presentó uno de los comportamientos menos favorables entre las divisas de economías emergentes”. También se destacó el empinamiento de la curva de rendimientos y el ensanchamiento en los diferenciales de tasas de interés entre México y EUA.
Nuevamente, el comunicado puntualizó la persistencia de riesgos hacia adelante. Particularmente, las posibles consecuencias del proceso electoral en Estados Unidos, ya que “sus implicaciones para México podrían ser particularmente importantes”. Pensamos que lo anterior junto con otros riesgos (la normalización de la política monetaria de la Fed y los precios bajos del petróleo) fue el factor determinante en la decisión de subir la tasa.
La evaluación de los determinantes más convencionales de la política monetaria continuó mostrando señales mixtas. El balance de riesgos sobre la actividad económica se deterioró y lo mismo ocurrió con el de riesgos inflacionarios. Si bien el mandato único del banco central (estabilidad de precios) brinda un sesgo restrictivo, insistimos en que la motivación del incremento obedeció principalmente a las condiciones de los mercados y la posibilidad de nuevos choques a futuro. Pensamos que dicha interpretación es reforzada por dos precisiones importantes: en primer lugar, las autoridades señalaron que no pretenden iniciar un ciclo alcista (aunque han incrementado la tasa de referencia en 175pb desde diciembre de 2015); en segundo lugar, subrayaron que si bien el tipo de cambio representa una variable relevante a seguir para perspectivas inflacionarias, que no existe un valor objetivo para el tipo de cambio.
La pregunta más importante: ¿qué sigue? Dado que argumentamos que un incremento de 75pb era requerido para romper con las correlaciones que han llevado a una reacción asimétrica del peso ante los eventos internacionales, pensamos que un alza de 50pb simplemente cumple con lo previsto por los mercados e implica un enfoque más gradualista ? reflejado en un tipo de cambio que operó a los mismos niveles de apertura después de la decisión de política. Asistir entonces, el rompimiento de dichas correlaciones podría requerir medidas adicionales, como intervenciones en el mercado cambiario. De acuerdo con nuestro escenario central (victoria de Clinton con un 60% de probabilidad), las condiciones deberían mejorar después de la elección en EUA, aunque algunos factores como el eventual incremento a la tasa por parte de la Fed permanecerán vigentes. Aun en un escenario relativamente beningo como éste, vemos poco probable que existan condiciones que permitan un estrechamiento del diferencial de tasa de política monetaria con la Fed. En este sentido, ahora anticipamos que Banxico incremente su tasa 25pb en diciembre en concordancia con la Fed; mantenemos por lo tanto nuestro pronóstico de cierre para la tasa de política monetaria en 2016, en 5.00%.