La distancia que hay entre el hogar y el centro de trabajo es proporcional al gasto en transporte y, sobre todo, a la calidad de vida
La necesidad de tener un lugar donde habitar llevó a muchas familias en la Ciudad de México, durante la década pasada, a comprar inmuebles en la zona periférica del Valle de México.
El Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP por sus siglas en inglés), organismo internacional sin fines de lucro que promueve el transporte sustentable y equitativo a nivel global, expuso en su estudio titulado: “Hacia una estrategia nacional integral de movilidad urbana”, que el crecimiento de las zonas urbanas se ha dado de una forma dispersa y expansiva, fragmentando el espacio urbano y aumentado las distancias y tiempos de traslado de manera que, en los últimos 30 años, el área de las ciudades se ha expandido 7.6 veces de 1980 a 2010, mientras que la población sólo se ha incrementado 1.9 veces, significando una disminución de la densidad de la población de un 75%.
Por su parte, el estudio “Vivienda Sustentable: la localización como factor estratégico”, publicado en 2014 y elaborado por el Centro Mario Molina (CMM), estimó que las familias que habitan en zonas periurbanas, pueden destinar cuatro horas semanales adicionales a sus traslados laborales y gastar más de 15 % de sus ingresos en transporte.
El sentido común dicta que cuanto mayor sea la distancia, mayor será el gasto en transporte público, esto mismo aplica si se tiene vehículo propio. Al respecto, el estudio del CMM señala que vivir lejos es 2.5 veces más costoso, doblemente más contaminante (se emite más kilogramos de CO2) y se pierden 20 minutos diarios más en transportarse.
Cálculos realizados por Quiero Casa, señalan que un inmueble con acceso a diferentes sistemas de transporte colectivo, así como a servicios urbanos, de salud, escolares y comerciales, entre otros, incrementa la plusvalía hasta en 20% aproximado. Este dato se obtuvo, gracias a la calculadora de emisiones de CO2 del Centro Mario Molina, en la cual, se ingresan las coordenadas y de esta forma las emisiones de CO2 son medibles por ubicación de cada desarrollo.
Por ejemplo, al ingresar la dirección del desarrollo Los Alamos IV, ubicado en Oriente 229 #38 Col. Agricola Oriental, Del. Iztacalco CP 08500, la empresa obtuvo un ahorro de 18.43% debajo de la línea base.
Al respecto, Adrián Hernández, Director de Arquitectura de Quiero Casa, constructora líder de vivienda media urbana vertical en la Ciudad de México, apunta que una vivienda con acceso a diferentes sistemas de transporte colectivo, así como a servicios urbanos, de salud, escolares y comerciales, entre otros, obtiene hasta 20% aproximado de plusvalía.
“En Quiero Casa consideramos que la calidad de vida derivada de la vivienda en la que se habita, debe sustentarse en cuatro parámetros, además de que son los que rigen la plusvalía inmobiliaria: ubicación del inmueble, accesibilidad, servicios y planes de desarrollo”, explica Adrián Hernández.
Los expertos del sector coinciden en señalar que las comunicaciones son uno de los puntos que más influyen en el precio final de la vivienda. Quiero Casa también añade en su modelo, la cercanía a hospitales, escuelas, centros comerciales, transporte colectivo, entre otros.
Los costos provenientes de vivir lejos del centro de trabajo o de la escuela, no se reducen tan sólo en el consumo de combustible por kilómetro, sino en un mayor desgaste del automóvil, más la probabilidad de sufrir percances, más revisiones del vehículo, gasto en estacionamientos, estrés, entre otros.
En 2011, el estudio IBM Commuter Pain Survey, mostró que la ciudad de México era una de las urbes más difíciles –vehicularmente– para dirigirse al trabajo. El documento calcula que por cada 10km extra recorridos al día, se genera un gasto de 9 pesos, es decir, 180 pesos en promedio al mes. Asimismo, si se utiliza automóvil, regularmente se le realizan dos servicios al año, pero si se excede la distancia promedio, se requieren dos servicios extra y, si no hay estacionamiento en la oficina, hay que pagar pensión, estacionamiento o parquímetro. El gasto anual es de casi 40,000 pesos.
Por otro lado, el vivir lejos del lugar donde trabajas o estudias, resta horas de sueño, aunque haya quienes creen que compensan durmiendo mientras se transportan. Los traslados largos ocasionan que haya menos tiempo de descanso, pues la gente debe levantarse más temprano. Esto implica daños a la salud.
Estudios realizados por especialistas de la Universidad de Washington, revelan que los desplazamientos largos están asociados con mayor peso, menores niveles de un estado físico saludable y riesgos cardiovasculares. Todos ellos son fuertes predictores de enfermedades del corazón, diabetes y algunos cánceres, cuyos costos representan un gasto importante para quienes las padecen. Además, estar expuesto a las molestias diarias del tráfico, puede llevar a un estrés crónico.
“La calidad de vida es concebida como la posibilidad de vivir cómodamente en la ciudad, sin necesidad de invertir grandes cantidades de tiempo en transportarse al lugar de trabajo o estudio, sin preocuparse por la seguridad y con la posibilidad de disfrutar de áreas verdes y recreativas”, concluyó Adrián Hernández, de Quiero Casa.