Tres fases ayudan a entender el desenvolvimiento del uso de Internet como una red de comunicación global. La primera, caracterizada por la masificación del acceso a internet comercial en los años noventa mediante el uso de computadoras personales. La siguiente, definida por la conectividad móvil, acompañada de la expansión de los mercados de teléfonos inteligentes y tabletas.
La tercera y actual fase, donde las suscripciones a Banda Ancha Móvil superan en 1.3 veces a aquellas en su modalidad Fija al cierre de 2014, posee la singularidad de la conectividad en todos los objetos, es decir, el Internet de las Cosas. Autos que se conducen por sí solos, refrigeradores que detectan la falta de algún alimento, focos que reconocen cuando el hogar está vacío y ciudades con sistemas eficientes de distribución de agua y electricidad, todos conectados a la red, forman parte de esta etapa.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) ofrece un criterio para entender un sentido más amplio del Internet de las Cosas. Reconoce que la conectividad de los objetos implica “la infraestructura mundial de la sociedad de la información, que ofrece servicios avanzados interconectando cosas (físicas y virtuales) utilizando las tecnologías de la información y la comunicación compatibles existentes y en evolución”.
Los Retos para México
La idea de una enorme variedad de dispositivos interconectados sugiere tres retos específicos. El primero por cumplir es la conectividad, ya que tecnologías como Bluetooth, WiFi, Banda Ancha Móvil, entre otras, serían los habilitadores de las múltiples conexiones entre objetos y dispositivos.
Adicionalmente, el Internet de las Cosas depende de que las redes sean de última generación, es decir, que garanticen una veloz y confiable transmisión de datos y voz, características que idealmente cumplen las redes a partir de 4G. Para hacerlo, se requiere del despliegue de infraestructura, situación que AT&T tiene en la mira si se consideran sus más recientes planes de inversión anunciados.
En México, la distribución de tecnologías móviles identifica que la mayoría de los usuarios se encuentra en 2/3G, equivalente a 92.7% de los usuarios, quienes poseen servicios GSM/Edge, iDEN, CDMA y UMTS, mientras que una menor proporción (7.3%), se encuentra en tecnologías más avanzadas como HSPA+ y LTE.
El siguiente reto está en el cómputo, pues los objetos por conectar deben incluir procesadores, módems, capacidades de reconocimiento de gestos, etc. Finalmente, se requiere interoperabilidad, es decir, que para desarrollar el potencial del Internet de las Cosas, es necesario que los objetos se conecten entre sí, sin importar plataformas o tecnologías. Esto último, sugiere un reto implícito, acuerdos entre los diferentes actores de la industria, a saber, operadores, manufactureros de dispositivos, fabricantes de procesadores, desarrolladores de software, entre otros.
En este sentido, México aún se encuentra restringido no sólo por las limitaciones de conectividad, su falta de infraestructura y su aún reducida industria TIC, sino también por el tipo de tecnología móvil a la que los usuarios tienen acceso actualmente.